Un fino mantel cubría la mesa del recinto que se había colocado para la ocasión, y sobre el una hermosa vajilla.
Tres mujeres que se habían conocido y entablado amistad en dicha actividad religiosa la cual había dado un receso para el almuerzo, vinieron trayendo la comida en tazas desechables en sus manos, y como no encontraron lugar se sentaron en una esquina de la mesa. Inmediatamente vinieron los encargados y les dijeron que no podían sentarse ahí que debían retirarse.
Dos de ellas se levantaron con pena pero una hizo caso omiso, y en ese momento llegaron las personas a quienes se les había asignado aquel lugar y tomaron asiento.
Ninguna la miro tampoco la saludaron, aunque todos los comenzáles que se sentaron a la mesa con ella eran los pastores de las diferentes congregaciones de dicha denominación allí presente.
No solamente en la mesa sino también en el menú se veía la diferencia , pero ella sin ninguna preocupación abrió la taza y comio lentamentemente cada bocado y se retiro cuando lo considero apropiado ante el asombro de los que miraron aquella escena.
Asombro para los que consideraron una osadía de parte de la mujer de no obeder y tomar un lugar que no le correspondía, pero también para los que entendieron que estos señores tienen que predicar con el ejemplo y son los más llamados a dar testimonio de amor y respeto. Pues Jesucristo pagó por todos sin acepción un mismo precio, por lo tanto delante de sus ojos no hay nadie de mayor o menor valor.
Pero si estas conductas son frecuentes en esta tierra no será así en el reino de los cielos, en donde Jesucristo tiene dispuesta una mesa y preparada una cena para todos los que le aman, los cuales el considera sus amigos, para que coman y beban y se gocen con el por toda la eternidad.
Un lugar especial para todos los hijos de Dios, asignado por el Señor que jamás les será quitado.
Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.
Apocalipsis 19:9
No hay comentarios:
Publicar un comentario