Una regla de vida es
aprender a abrir nuestra boca con sabiduría, porque las palabras edifican y también derriban, elevan o dañan la autoestima de aquellos a quienes van dirigidas.
Rasgan y hacen sangrar el alma, pero son medicina y también un refrigerio para el corazón cuando son pronunciadas con amor, acompañadas de buena intención. Porque transmiten fe, confianza y esperanza.
Ester Boza
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